El porqué no se creía que la tierra fuera plana en la Edad Media

Lamentablemente este mito sigue perdurando hoy en día y no es porque exista precisamente una excusa válida. Internet si algo bueno ofrece es la democratización de la información, y una repasada rápida al articulo de la wiki sobre el mito debería por lo menos hace reconsiderar al más reacio defensor de esta leyenda negra. O eso se cree. Quien comienza este mito es Washington Irving, escritor estadounidense del siglo XIX, quien introdujo el conocido conflicto entre Colón y los filósofos de la iglesia con el primero defendiendo la esfericidad del planeta y los cristianos rechazandola. Comienza caracterizando al concilio de Salamanca rechazando la idea de una tierra esférica. No está demás decir que estos datos son inventados, pero esto no basta para convencer al más fanático de los cyber-racionalistas que pululan por las redes sociales de que indignarse con algo que no pasó en la Edad Media no tiene sentido. Es incluso desmoralizador ver publicaciones que afirman mitos de este tipo con miles de comentarios, con la inmensa mayoría asintiendo dogmáticamente el mito, y los pocos comentarios mostrando un poco de sensatez con respecto al tema virtualmente ignorados y olvidados. No es difícil ver el porqué.

Los culpables del mito

Hace unos siglos atrás los filósofos protestantes de las ciencias, particularmente de origen anglo-americano y nacionalistas, proclamaban una superioridad intelectual y el crédito de una iluminada racionalidad frente a los católicos. Este sentimiento anticlerical hizo que William Whewell en 1837 escribiera en su History of the Inductive Sciences que en la Edad Media se dudaba de la naturaleza esférica de la tierra por culpa del dogma católico. Cita a Lactancio y Cosmas como ejemplos de esto, así como también la reprimenda del Papa Zacarías a Virgilio de Salzburgo.

El gran problema de Whewell, quitando sus obvios prejuicios hacia el periodo medieval es que el propio Cosmas no apareció en occidente traducido al latín hasta el siglo XVIII y la única persona que se tiene constancia de que lo leyó fue Focio de Constantinopla, quien añade en su Biblioteca un comentario desfavorable a su teoría de la tierra plana y rechaza la misma. Las ideas sostenidas por Lactancio incluso llegaron a ser consideradas heréticas luego de su muerte y su idea de la tierra plana fue ignorada por el resto de los apologistas. El caso de Virgilio tiene que ver con el tema de las antípodas, que no tiene nada que ver en el hecho de que se considere o no que la tierra es plana o esférica.

John Draper, fue junto con Richard White quienes desarrollaron la tristemente célebre tesis del conflicto, que resultaría en la popularización del invento que el cristianismo siempre estuvo en conflicto con la ciencia, y que establecería los ya conocidos mitos históricos narrados desde una perspectiva completamente en blanco y negro. Hoy en día esta misma perspectiva se ve en los medios de comunicación, internet y más precisamente en redes sociales, en que se hace explícitamente manifiesto el efecto de Dunning-Kruger de forma masiva. El daño que este señor y White han hecho al campo de la comunicación de la historia en general probablemente sea irreparable. No hace falta decir que uno de los principales mitos sostenidos por estos dos es de que antes de Colón se creía que la tierra era plana, y este mito es el que sin dudas más difusión tiene ya que muchos recordamos esos libros de texto en las escuelas que decían de cierta forma lo mismo, o las caricaturas como las de Bugs Bunny sobre los marineros queriendo amotinarse contra el capitán porque creían que iban a caer por el borde del mundo.

Qué creían los cristianos en realidad?

Solo se conoce cinco casos de cristianos sosteniendo que la tierra es plana previo al periodo moderno. Lactancio y Cosmas son los más conocidos, e indudablemente los más citados por quienes quieren hacer parecer que el mito en realidad era cierto. Severiano, Diodoro de Tarso, y Teodoro de Mopsuestia en el siglo IV eran referidos por otros cristianos de sostener que la tierra era plana y refutado por los mismos. Ninguno de ellos tuvo influencia alguna en la cosmología cristiana del periodo medieval. Tanto San Agustín, como Jerónimo y Ambrosio estaban de acuerdo que la forma de la tierra era esférica y la realidad es que la cosmología griega era predominantemente aceptada virtualmente por todos los cristianos de la antigüedad y la edad media, al punto de que se llegaba incluso discutir y reprochar a quienes se atrevieran a cuestionar la autoridad de Aristóteles y Platón.

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En el siglo VI tenemos a Boecio quien menciona la forma esférica de la tierra en su De consolatione philosophiae. Fue quien también tradujo parte del Órganon de Aristóteles. Isidoro de Sevilla, en el siglo VII, a pesar de que se percibe cierta duda en cuanto a su opinión de la forma de la tierra, sin embargo su astronomía puede ser entendida bajo un concepto de una tierra esférica, como su interpretación sobre los eclipses lunares. Beda el Venerable en el siglo VIII describe la forma esférica de la tierra influenciando la duración del día en su De temporum ratione. En el siglo IX Eriugena también expresó favorablemente la noción de una tierra esférica. Estos son los ejemplos más significativos de cristianos que se conoce sostenían la idea de que la tierra era esférica en el periodo de la Alta Edad Media. Y parece que no había discusión al respecto.

A pesar de lo poco en tratados griegos que sobrevivió a la caída del imperio romano y a la crisis que devino de esto, sobrevivió lo suficiente para instalar clases de arte liberal en las escuelas de monasterios y catedrales. Uno de los comentarios de Macrobio en la obra de Cicerón, Somnium Scipionis, sobre la medida de la tierra tomada por Eratóstenes, sobrevivió para la Edad Media, y se encontraba junto a otras enciclopedias que también reportaban el cálculo de Eratóstenes como fue el De nuptiis Philologiae et Mercurii de Marciano Capella y Naturalis Historia de Plinio el Viejo. Estas obras fueron incluidas en los quadrivium de las escuelas medievales, y fueron ampliamente estudiadas durante el renacimiento carolingio del siglo IX, con Carlomagno reconociendo la importancia de su estudio e incluyendo el estudio de la astronomía y el cómputo en su Admonitio Generalis en el año 789. Ya para los posteriores siglos autores como Adam de Bremen, Tomás de Aquino, Roger Bacon, Albertus Magnus y Jean Buridan comentaban afirmativamente el hecho de que la tierra era una esfera. A esta altura estos datos deberían de ser suficientes para convencer al más racional defensor de este mito, pero lamentablemente no muchos son convencidos por esto y prefieren atrincherarse repitiendo ad nauseam lo mismo que dijeron Irving y Draper un par de siglos atrás, demostrando así que no se mueven por ninguna base lógica y que su modo de pensar está claramente afianzado en fundamentalismos, no muy distinto a lo que un fundamentalista cristiano o un terraplanista hacen hoy en día.

El Ecúmene y las antípodas, y porqué no tienen nada que ver con la creencia de una tierra plana

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La doctrina de la física aristotélica sobre las esferas elementales fue bastante discutida en la Edad Media, no por la cuestión de la forma de la tierra, sino por algo conocido como el Ecúmene. De acuerdo al concepto gravitatorio de su tiempo, Aristóteles sostenía que la tierra, como el objeto más pesado del universo, se formaría como una esfera en su centro. El que le seguiría en cuanto a elementos pesados sería el agua, después el aire y finalmente el fuego, el elemento más ligero. Al ser la tierra el elemento más imperfecto, se mezclará con los otros elementos. Johannes de Sacrobosco, astronomo medieval en su de Sphaera sostenía que la esfera del agua cubría gran parte del globo, con solo una porción de la tierra sobresaliendo, el Ecúmene, o terra firma. Jean Buridan, Nicolas Oresme y Pablo de Burgos argumentaban que la tierra esférica no era congruente con la esfera del agua, y las dos se superponen el una a la otra. Existió un debate en ver si existía solo un Ecúmene, o varios. Sacrobosco, Buridan y Georg Resich sostuvieron que no podía haber otra terra firma, pero indudablemente creían que la tierra era esférica.

Al existir un Ecúmene, tanto Aristóteles, como Claudio Ptolomeo concluían que el tamaño de esta masa continental debía de ser muy grande. Esta idea llevó a la apreciación de otra, la posibilidad de que no solo existiría otro Ecúmene, sino que este estaría situado en lo que se conoce como las antípodas, del griego opuestos al pie. La teoría de Parménides de las cinco zonas climáticas, que no eran desconocidas en la edad media, fue tomada por Aristóteles y luego por Claudio Ptolomeo. Ellos argumentaban que el hombre solo habitaba las zonas templadas del norte, y el trópico era una barrera de fuego impenetrable, por lo que el templado sur, es decir las antípodas, debían estar ausentes de cualquier presencia humana.

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Esto llevó a varias discusiones entre cristianos durante la edad media, ya que la teoría de las antípodas también se ajustaba al relato biblico ya que debido a la barrera tropical, no debería existir ningún hombre descendiente de Adán en las antípodas. Miguel Escoto y Roberto Anglico no estaban convencidos de que no existieran humanos en el sur. En el siglo VIII Virgilio de Salzburgo, el mismo quien Whewell cita como su ejemplo, un monje irlandés que declaraba que las antípodas estaban habitadas por humanos y que estos no descendían de Adán fue acusado por el Papa de herejía. Esto sin embargo no manchó la reputación de Virgilio y en el siglo XIII incluso fue canonizado. Una vez más, al igual que el debate del Ecúmene, las discusión de las antípodas no se relacionaba en nada con una supuesta duda a la esfericidad de la tierra y este ya correspondía a un conocimiento común en el periodo.

Ptolomeo, Eratóstenes y el viaje de Colón

El cálulo de Eratóstenes sobrevivió en los trabajos enciclopédicos de la Edad Media. En Etimologías de Isidoro al igual que Naturalis Historia de Plinio se muestra el cálculo, que eran unos 252,000 estadios, lo que equivale entre 40,000 y 48,000 kilómetros. Una aproximación muy cercana a la circunferencia real de unos 40075 Kilómetros. Estos trabajos fueron bastante leídos en toda la edad media y en el siglo XIII Johannes de Sacrobosco reportaba la misma medida en su De sphaera mundi. Aunque no todos estaban de acuerdo con este cálculo y en la antigüedad tanto Posidonio como Ptolomeo daban cifras mucho más pequeñas. Roger Bacon afirmaba que la distancia entre las Islas Canarias y China no era tan grande, lo mismo dijo Pierre d’Ailly en el siglo XIV, quien se basó en el reciente trabajo re descubierto de Ptolomeo, Geografía.

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Pierre d’Ailly

Los filósofos occidentales estaban familiarizados con los trabajos astronómicos y astrológicos de Ptolomeo, pero su Geografía no sería traducido y reintroducido a occidente sino hasta 1406. Este trabajo implementaba la técnica cartográfica de hacer mapas usando un sistema de latitud y longitud. También expone el estimado de la circunferencia de la tierra según Ptolomeo, que sería entre unos 180,000 estadios, 7000 estadios menos que el reportado por Eratóstenes, una diferencia significativa. Ptolomeo afirmaba además que el extremo oriental de Asia no estaba lejos del extremo oeste de Europa y que el sur de África se conectaba con el sur de Asia, encerrando el océano índico en un mar interior.

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Mapamundi de 1489 de Enrique Martelo, Biblioteca británica.

Pierre d’Ailly, un cardenal de principios del siglo XV, no estaba de acuerdo con el estimado de Eratóstenes y en su Imago Mundi reporta que el calculo correcto era el estimado de Ptolomeo. Al igual que Ptolomeo afirmaba que la distancia entre Asia y Europa a través del atlántico era considerablemente corta, y que existía la posibilidad de emprender un viaje partiendo desde occidente. Pero a diferencia de Ptolomeo, quien decía que tanto la tierra como los mares ocupaban partes iguales, 180 grados cada uno, d’Ailly afirmaba que la tierra en realidad ocupaba 225 grados, y los mares 135. Tiempo después, en 1473 un barco portugués exploraba la costa occidental de África cruzando el Ecuador, lo que demostraba para ese entonces que no existía una barrera tropical que impidiera un viaje al sur, y en 1488 Bartolomé Dias demostró que era posible llegar al océano índico rodeando el Cabo de Buena Esperanza, dándole así a los portugueses la oportunidad de controlar una ruta importante a las Indias Orientales. Esto incentivó a los españoles a que buscaran una alternativa.

El apoyo Colón a las estimaciones de Ptolomeo y de d’Ailly hizo que este buscara aprobación para un viaje a las Indias partiendo desde occidente. Paolo Toscanelli, un importante astrónomo de principios del periodo moderno, escribió una carta en 1474 a un astrónomo portugués de que un viaje de occidente a oriente era posible, carta que también leyó Colón. Se estableció una comisión real presidida por el monje Hernando de Talavera para establecer la posibilidad de un viaje partiendo desde occidente. Tres comités se celebraron de la cuestión; Córdoba en 1486, Salamanca a principios de 1487 y finalmente en Sevilla en 1490. Al igual que d’Ailly Colón también afirmaba que las masas continentales ocupaban más espacio en el mundo que los océanos. De hecho acortó aún más el estimado basándose en los relatos de Marco Polo, estimando unos 253 grados de tierra. Finalmente convenció a los consejeros de los reyes católicos para que pudiera hacer su viaje a las Indias.

En los concilios celebrados no se discutía si la tierra era redonda o plana, contrario al mito de Irving los eruditos de Salamanca y Córdoba tenían bien en claro la forma de la tierra. La discusión se centró por saber cuál era el estimado real de su circunferencia, si el de Eratóstenes o Ptolomeo. Colón necesitaba convencer a estos eruditos de que el último tenía razón, por lo que se formó un debate que duró años hasta que Colón finalmente pudo hacer su viaje. No es necesario aclarar que Eratóstenes, y no Ptolomeo, fue quien tenía el cálculo más acertado. Colón estaba convencido de que el tramo a las Indias desde occidente era de unos 4000 kilómetros. El viaje se extendió más de lo previsto y los suministros se estaban agotando, y la amenaza de un motín estaba presente no porque los marineros tuvieran miedo de caer desde la orilla del planeta, sino porque estos creían que el tramo en realidad era mucho más largo y sus suministros no iban a durar tal viaje.

Pero qué pasa con la clase pobre?

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Cuando se recurre a las pruebas documentarias para demostrar que la creencia de la tierra plana nunca fue considerada por los estudiosos eruditos medievales, muchos pasan de defender totalmente el mito a solo apoyar parcialmente el hecho de que las clase baja medieval, que era analfabeta y como consecuencia ignorante, creía que la tierra era plana porque la iglesia se ocupaba de monopolizar y guardar el conocimiento a esta. En realidad, esta simple parte del mito tampoco se sostiene desde una base lógica, y teniendo en cuenta que la actividad literaria y académica siempre estuvo reservada solo a una casta aristocrática o sacerdotal en los periodos anteriores al medieval y a la llegada del cristianismo, este razonamiento parte exclusivamente de un pensamiento sesgado y prejuicioso de todo lo que se considere “medieval”.

Así tenemos la imagen de un campesino sucio, cubierto de barro y excremento, con dientes podridos y que odia el baño, a pesar de que los baños públicos eran muy populares en esos tiempos en las ciudades, y que los trabajadores rurales aunque no tuvieran acceso a ellos podían lavarse en ríos y arroyos, y que la evidencia arqueológica muestra que estos a su vez tenían una excelente higiene dental, mucho mejor incluso que la nuestra, al ser su dieta escasa en azúcar y rica en calcio. Indudablemente para quien tenga esta imagen del trabajador medieval sucio, también tendrá la imagen de uno ignorante, por lo que no es difícil deducir con esto que esta gente creía que la tierra era plana.

Una vez más, el posmodernista prejuicioso de turno, el millenial que piensa que se las sabe todas, la vieja de la esquina que en su ratos libres se pone a romper los huevos en facebook, y el estúpido que siempre se quiere hacer ver en las redes y termina por parecer solo un patético troll, terminan haciendo el ridículo frente a personas más sensatas y capacitadas en el tema. Podemos decir que, lejos de parecernos ignorantes, las clases humildes de la edad media tenían una gran capacidad de especializarse en algún oficio manual. Un herrero, un albañil, un vidriero, un orfebre, un carpintero, un carnicero no tenían necesidad de aprender idiomas extraños, o leer cartas de escritores latinos que desconocían. Su trabajo era el que les fuera heredado de sus padres, o enseñado en los gremios, para poder ganarse el pan. Aristóteles alguna vez dijo que esta clase, los banausos, debían limitarse al labor manual y no a la filosofía, algo en que estaban de acuerdo el resto de los filósofos de corte aristocrático. Evidentemente la Edad Media no fue el comienzo de la opresión del trabajador ni el exclusivismo social, ni tampoco el final.

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discutiendo fútilmente en grupos de facebook que la gente medieval no creía que la tierra fuera plana

Una vez más, la evidencia apunta al que el conocimiento de la esfericidad de la tierra era común también en las clases pobres. Las ilustraciones del periodo, que servían para comunicar un mensaje a la comunidad iletrada, contenían alusiones a la forma esférica del planeta. El globus cruciger, un orbe dorado con una cruz arriba, era generalmente sostenido por un rey o una autoridad celestial simbolizando su dominio terrenal y la cruz representaba el dominio celestial del mundo, y estaba representado en murales o vitrales de iglesias en todo el periodo medieval. Estas imágenes existían porque la gente entendía qué significaban.

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Las historias y romances, escritos para ser recitadas por bardos, también tenían alusiones implícitas, y explícitas de la forma de la tierra. El autor de los viajes de John de Mandeville no se molesta en explicar por qué su personaje parte de un punto de la tierra desde oriente y vuelve al mismo punto desde occidente sin saberlo. El autor asume que la audiencia ya sabe el porqué. Los romances franceses ocurrentemente incluyen referencias de personas que han circunnavegando la tierra. El Roman de Thebes incluye la descripción de un mapa en la tienda de un rey con las cinco zonas climáticas de los griegos, una división que solo tendría sentido con una tierra esférica. En Alexandre de Paris, Dario envía al joven Alejandro una bola como regalo, insinuando que él todavía era un niño. Alejandro en cambio interpreta que la bola simbolizaba su conquista del mundo. Una vez más el autor no se preocupa en explicar que la bola simbolizaba la tierra a su audiencia. Finalmente el texto educativo noruego Konungs skuggsjá, tiene a un padre explicando a su hijo la forma en que la luz del sol golpea la tierra usando un experimento que asume que este ya sabe que la tierra es una esfera, en que al sostener una manzana en el fuego este solo iluminara una parte, demostrando así la diferencia horaria de las zonas de la tierra.

2 thoughts on “El porqué no se creía que la tierra fuera plana en la Edad Media

  1. Me ha parecido un excelente artículo. Muy bien expuesto y desarrollado. Tengo una duda. ¿Por qué los antiguos romanos baurizaban los puntos más occidentales de Europa como “Finisterrae”? ¿Significaba “fin de la tierra firme”, o “fin de la Tierra”?, en cuyo caso deberíamos replantearnos el por qué de ese nombre. Gracias.

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